La India en México

Junio 2010
Villa de Mitla, Oaxaca, México

Coloridos y como un huevo, bólidos motorizados pasan incansablemente llevando turistas de la plaza central a la Iglesia de San Pablo, un choque de 4 mundos. El antiguo mundo Zapoteca se mezcla con el imperio español. El nuevo mundo mexicano se mezcla con la India. Dos, cuatro, seis mundos juntos conviviendo con el día a día, que extraña sensación !. "Económicos y de poco mantenimiento, rendidores baratos y confiables" me dice el conductor mientras el motor de podadora hace un ligero zumbido agudo y todo se mueve por la más pequeña piedra en el pavimento. "Son 15 pesos" y se despide.

Movimiento y Colores

Junio 2010

Oaxaca, México

La música hace eco en las esquinas coloniales de Oaxaca, la euforia de la multitud se mezcla con los colores vivos y alegres. El silencio de la noche es perturbado por fuegos artificiales y la música de la banda que baja por los empedrados. Colores vibrantes, bailes, botargas, todos giran sin control al ritmo de la banda. El publico lo admira y algunos los seguimos, hemos formado parte de un todo, ya no somos individuos. La noche de los colores me ha mostrado sus matices sutiles.

*Nota: (Edición limitada a 3 impresiones digitales de 8x10 pulg.)

Monte Albán

Julio 2010
Monte Albán, Oaxaca, México

En la cúspide, en lo alto del cerro, la planicia se yergue orgullosa sobre todo el terreno vecino. Es Monte Albán. Llego temprano, no hay nadie, el Sol está naciendo de entre las nubes y puedo ver los primeros rayos de luz a través de la puerta ancestral en la entrada del sitio. Camino y trepo los muros y escalinatas de la antigua ciudad. Sigue sin haber nadie, busco personas y no encuentro a nadie, estoy completamente solo en la cima de la montaña. En la cima de la pirámide más alta, desde este punto se ve todo el Valle. Una vista monumental y o hay nadie, sigo completamente solo con mis pensamientos. Los únicos ecos que recorren las esquinas de la ciudad son sus antiguos habitantes que hablan, están vivos. De nuevo el viento en este punto se puede sentir recorrer tu cuerpo, trae los sonidos de los valles aledaños, si escuchas atentamente los puedes distinguir claramente. No hay sonido más que el mismo traído por el viento a través de los años. Parado en la cúspide.

Acantilados

Junio 2010
Bahías de Huatulco, Oaxaca, México

El Mar. El Acantilado. Agua, viento y piedras. Al atardecer se reunen a conversar, el Sol está descendiendo al poniente. Una esperanza más de vida, rogamos por su salida al día siguiente. ¿Quién no disfruta de un buen atardecer al filo de un acantilado?, ¿Quién no es capaz de escuchar la conversación del viento con el mar?, ¿Quién no es capaz de escuchar el eco de sí mismo retumbando en las piedras?, ¿Quién no es capaz de escuchar al mar tronando fuertemente contra la tierra?, ¿Quién no es capaz de sentir el viento de la libertad en la cara?. Lugares así me hacen cuestionarme tantas cosas, es lo bonito de los Acantilados. Tan pequeño, tan frágil, una piedra rodando y todo terminaría como por arte de magía, así de pronto. Tan inmenso, tan imponente, tan infinito, tan violento, tan mágico e incomprendido. Estos contrastes precisamente nos hacen voltear a nosotros mismos y cuestionarnos. Pensar y ver más allá del horizonte, ver en las profundidades de nuestro ser.

¿Quién no es capaz de sentir esto al estar parado al filo del abismo?