Jul 5, 2010

Acantilados

Junio 2010
Bahías de Huatulco, Oaxaca, México

El Mar. El Acantilado. Agua, viento y piedras. Al atardecer se reunen a conversar, el Sol está descendiendo al poniente. Una esperanza más de vida, rogamos por su salida al día siguiente. ¿Quién no disfruta de un buen atardecer al filo de un acantilado?, ¿Quién no es capaz de escuchar la conversación del viento con el mar?, ¿Quién no es capaz de escuchar el eco de sí mismo retumbando en las piedras?, ¿Quién no es capaz de escuchar al mar tronando fuertemente contra la tierra?, ¿Quién no es capaz de sentir el viento de la libertad en la cara?. Lugares así me hacen cuestionarme tantas cosas, es lo bonito de los Acantilados. Tan pequeño, tan frágil, una piedra rodando y todo terminaría como por arte de magía, así de pronto. Tan inmenso, tan imponente, tan infinito, tan violento, tan mágico e incomprendido. Estos contrastes precisamente nos hacen voltear a nosotros mismos y cuestionarnos. Pensar y ver más allá del horizonte, ver en las profundidades de nuestro ser.
¿Quién no es capaz de sentir esto al estar parado al filo del abismo?

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