Abril 2010
Torreón, México
12:46:22 El tiempo se ha alargado interminablemente, sumido en un silencio impenetrable. Inamovible, como el Universo. Me desintegro lentamente, mi cuerpo se va disolviendo, fundiéndose con el negro lejano, mis sentidos se distorsionan en el tiempo y en el espacio. Lo inmaterial va cobrando un sentido jamás logrado, solo mi esencia permanece. Mi cuerpo es demasiado pesado para subir, lo tengo que dejar atrás. Mi miedos me acompañan, como sombras largas al atardecer, al subir parecen pesar y me jalan hacia abajo; como un fuerza desconocida tan familiar para mí. Nunca la he podido tocar, pero siempre la he podido sentir, se aferra a mi cuerpo con garras que destrozan mi piel y desgajan mi alma. Una carcajada vuelve y hace eco en todos los rincones de las montañas, se rie una y otra vez golpeando las paredes ásperas del cañón. Una risa se convierte en miles de carcajadas que taladran mis oidos. Hago un nuevo intent por subir y la luz resplance con un fulgor colorido.
12:46:22 Luces concéntricas hacen ecos en las curvas de la esfera, un cristal resuena en la superficie, prendiéndose y apagandose regularmente. Corazón palpitante. No puedo escuchar mis latidos. Figuras amorfas me rodean, asidas a mi piel, desgarran la última carne que quedaba. La sangre ha dejado de brotar. Un segundo que dura para siempre. Siento como me convierto en una esfera blanca. Estoy lleno. Un viento cálido sopla muy fuerte, despejando los nubarrones grises que dejan ver al Sol. Un calor infernal empapa el desierto, con la voracidad de un lobo hambriento. Otro dia más. No hay mas que evaporar, tan solo quedo yo convertido en esfera. Un vapor muy pesado sale de mí, resplandeciendo con una luz malévola muy débil pero constante. Me siento más ligero. Un poco más ligero y subo. Mi luz se ha extinguido. Mis rastros se han desvanecido. Perdido. Inmaterial. Al fin. Libertad. Espíritu.
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